
Se agota la saliva para tanta habladuría
Y es que pescan los guiones de diálogo
El instante imperfecto para romper las sogas
Que atan nuestros miembros insanos
Que salpican aterrados, procurando retener
Todas las sensaciones adentro y derramando
Hasta la médula inconciencias e incongruencias
Puras, puras demencias y hasta las ingratas respuestas
Que nadie sabe callar, pero todos callan.
Penetran entre insensateces los tímidos intermitentes
A unas manos rugosas, de médanos y nudillos
Sobresalen,
Pisan resbalando las aguas transpiradas de todos los trabajos recogidos
Y no aguantan más, submarinos entre sales y salas repletas de vacío
Y se acribillan las pupilas con ideas, y se amordazan los dientes
con discursos manchados de tiza y de sangre rancia, putrefacta
Gustan de habitaciones abiertas y de almohadones vestidos de fiesta
Pero las luces siempre desiertas
Titilan con tanta fuerza, temiendo futuras batallas, todas todas eternas
Y no habrá más cenas de gala, no habrá más fuegos, bengalas
Las sombras no se apoderan, poseen las luces adentro
Para luego, con lunas y soles, dominar el cielo
Para luego, con hierbas y peces, dominar
Para luego, suplir con engaños las sonrisas de ingenuos
Se agota la saliva para tanta habladuría
No hay más saliva, no hay más bocas abiertas
No hay más dientes amordazados
No hay
Hay una demencia, una sola, conjunta
Y una luz desierta
Con fuerza
Titila, tímida
No está de gala
Es mendiga y pordiosera
Pero no mísera, no