martes, 30 de diciembre de 2008

Mendiga


Se agota la saliva para tanta habladuría

Y es que pescan los guiones de diálogo

El instante imperfecto para romper las sogas

Que atan nuestros miembros insanos

Que salpican aterrados, procurando retener

Todas las sensaciones adentro y derramando

Hasta la médula inconciencias e incongruencias

Puras, puras demencias y hasta las ingratas respuestas

Que nadie sabe callar, pero todos callan.

Penetran entre insensateces los tímidos intermitentes

A unas manos rugosas, de médanos y nudillos

Sobresalen,

Pisan resbalando las aguas transpiradas de todos los trabajos recogidos

Y no aguantan más, submarinos entre sales y salas repletas de vacío

Y se acribillan las pupilas con ideas, y se amordazan los dientes

con discursos manchados de tiza y de sangre rancia, putrefacta

Gustan de habitaciones abiertas y de almohadones vestidos de fiesta

Pero las luces siempre desiertas

Titilan con tanta fuerza, temiendo futuras batallas, todas todas eternas

Y no habrá más cenas de gala, no habrá más fuegos, bengalas

Las sombras no se apoderan, poseen las luces adentro

Para luego, con lunas y soles, dominar el cielo

Para luego, con hierbas y peces, dominar la Tierra

Para luego, suplir con engaños las sonrisas de ingenuos

Se agota la saliva para tanta habladuría

No hay más saliva, no hay más bocas abiertas

No hay más dientes amordazados

No hay

Hay una demencia, una sola, conjunta

Y una luz desierta

Con fuerza

Titila, tímida

No está de gala

Es mendiga y pordiosera

Pero no mísera, no

lunes, 3 de noviembre de 2008

Le inventamos un título


Teníamos miedo de lo desconocido. Sí, nos asustaba. Por eso tuvimos que empezar a nombrar todo. Era una sed insaciable. Le asignábamos título a lo que ignorábamos y a lo que nuestra memoria y cultura se dignaban a facilitarnos. Así fue que comenzamos a ser, a tener importancia. Lo que escapaba de nuestros sonidos organizados era inconcebible. Lo que pretendía exceder nuestras nomenclaturas era puro espanto. No pudimos con nuestro genio, hasta tuvimos que improvisar instrumentos para ampliar el lenguaje.

Antaño no sentíamos, ni pensábamos. ¿Éramos felices? No había tal concepto. Ni felicidad, ni sufrimiento. ¿Éramos? Seguramente no. Cómo podríamos ser sin conciencia de serlo. Aún más, no había conciencia siquiera de haber sido. Me atrevo a rectificar lo antes maldicho, no había memoria, tampoco cultura. ¿Animales? Cómo podríamos, los animales sienten. ¿Sí? Nosotros no sentíamos, nos prolongábamos en masas amorfas. ¿Tribus? No, tienen nombre y educación.

No pudimos conformarnos con movimientos y supervivencia salvaje. ¿Acaso no bastaba no sufrir? No. Para ser felices (y es a eso a lo que vinimos, según se encargaron de asegurarnos) tiene que existir su opuesto; de otro modo cómo lo advertiríamos. Entonces nacieron los sentimientos. No voy a detallarlos exhaustivamente, pues no alcanzarían estas hojas. Me limito a dar cuenta de que ingeniamos eso para enterarnos de que así íbamos a ser felices. ¿Otra vez con eso? Inevitablemente. Pues así nacimos, gestados en la infelicidad. Infelices para alcanzar las utopías que deseábamos. Y somos víctimas de todos los sentimientos. Pues con ellos, los juicios de valor.

Luego no bastó simplemente con sentir. Hubo que exteriorizarlo. Y qué si uno se rehusaba a sentir. Impensable (claro, los pensamientos también eran lenguaje).

Ahora no sólo hay que sentir, sino pensar los sentimientos (en palabras) y comentarlos cual chisme (para que se sepa que existen). Para qué. Para luego buscarle a esas palabras vagas e imprecisas una concreción que acumulara sus bastos y múltiples significados a una única acepción en términos perfectivos.

Sugestionados, opacamos toda transparencia.

03/11/08

Que no habrán de florecer


Cargando con pesadas cruces.
Resucitando en mis muertes pascuales.
Caminando sobre flores marchitas.
Regando jardines que no habrán de florecer.

Atravesando todo tipo de caminos.
Custodiando las fronteras de mis sueños.
Esperanzando contra las desilusiones.
Descentrando los núcleos de mis cuentos.

Aún prevalecés en mi mente.
Aún mis oídos se niegan a dejar de escucharte.
Aún la inmensidad de tu olvido me sofoca.
Aún sigo esperando a que te acerques.

Que me digas que ya todo pasó.
Que tu rencor se ha desvanecido.
Aún sigo esperando milagros.
Aún sigo esperando el perdón.

Una ráfaga de olvido.
Un trueno de memorias.
Un recuerdo a escondidas.
Un retorno, viejas historias.

Un no sé lo que siento.
Un miedo infinito al miedo mismo.
Un tiempo a destiempo.
Un futuro lejano que cae en abismo.

Una ilusión de extravío.
Un deseo de reencuentro.
Un pasado tormentoso.
Un contarte lo que siento.

Un no tenerte como amigo.
Un saber que estás muy cerca.
Un provocar que te he perdido.
Me obliga a someterme a tu equilibrio.

Que no quiero.
05/04/05

Intento de omisión


Había desechado lo que se trataba de nosotros.

Había sepultado las evocaciones al nombre.

Había fingido una historia basada en la indiferencia y el olvido.

Había encontrado la manera perfecta de inmolarme.

Había permanecido durante un año desterrada de mi órbita.

Había llegado a ocultarme lo evidente.

Había destruido la capacidad de pensarte y extrañarte.

Había asesinado los vestigios de lo que creía totalmente devastado.

Ignoro cómo, pero lo resucitaste.

08/01/06

miércoles, 8 de octubre de 2008

Apariencia

Desilusión. Era pasar todos los días saboreando el aroma. La frescura que conservaban, sin exceptuar las estaciones frías, ni las secas.

En medio del trajín, del alboroto, del apuro por esquivar maniquíes móviles. El zigzag constante para la supervivencia.

Empalidecen ante la sensación de completud que otorgaban en un instante. Permitir el deleite interno, aspirar el bosque en la ciudad. El degradé natural emanaba de ellas, puras, inmaculadas.

Tanta perversión tenían en un engaño indiscriminado. Habían sembrado la impotencia, ignorando los resultados de las narices peregrinas que caían ante tales perfidias.

Así era, les vertían perfume artificial a las flores.

08/10/08

domingo, 28 de septiembre de 2008

Retroalimentación


De aburrida nomás, por estar todo el día en la cama, decidí irme. Ya había intentado en varias oportunidades hacer un viaje. Cuántas razones lo impidieron.

Otra vez, entre tantas, por costumbre y comodidad, situé mi atención en la biblioteca. Hete que aquí se produjo el escape. El esqueleto seguiría inerte, envuelto entre almohadas y sábanas mutantes. Mientras, yo me dediqué a visitar literaturas. Fui tantas. Pasé de una a otra, escapando también de tramas. Refugiándome en oraciones (sobre todo en subordinadas) y me perdí en algunas estrofas recónditas de poesías horrendas.

Y llegué así al cuaderno en blanco. El que había utilizado para regalar miserias, obsequiar perfidias, borronear espantos, entregar al vacío la mente, atiborrar de silencios las hojas. De los que siempre sobraron.

Y llegué así a presenciar mi propia ingesta. Porque era allí: esqueleto (entre almohadas y sábanas mutantes), cuaderno en blanco (el que había utilizado para regalar miserias, obsequiar perfidias, borronear espantos, entregar al vacío la mente, atiborrar de silencios las hojas; de los que siempre sobraron) y era, sobre todo, devorada por unos escritos que no habían existido. Siquiera en la mente, siquiera tatuado en el cuerpo.

Y me devoré a mí misma, saboreando la sosera, el aire que me colma, la nada que me invade, el cerebro seco, la piel gastada.

Cómo resistir. Sin poder evitarlo, me volví a vomitar.

27/09/08

sábado, 27 de septiembre de 2008

Incontinencia


Aprieto

Un poco más, más fuerte

No suelto, no

Estrujo contra
los puentes

de la incontinencia toda:

tener fiebre

ser enfermedad del cerebro

padecer de una espalda chueca y unas patas cluecas

erigirme sobre el viento para cantarnos

soltar, entonces, las bisagras


puras bisagras que no saben cerrarse

27/09/08

lunes, 22 de septiembre de 2008

Luz

Y el sol entre persianas

Dentro de la luz,

un millón de lágrimas

que se evaporan

Dejame


Dejame:

Saberte lejos de mí sin rencores
Sentirme cerca de vos sin presiones
Vivirnos nuestras vidas en paz
Sernos felices y complacer mis libertades, que son lo único al fin y al cabo
Poderte contar nuestras cosas sin clavarme en una cruz

No serte cruel frente al mundo
Pedirte un mísero perdón si es que te existió alguna vez una gota de cariño

Pensarte un recordable agrado en mi futuro
Seguirte siendo pasado sin olvidar mi presente.

13/01/05

domingo, 21 de septiembre de 2008

Equinoccio

Estúpida primavera que se atreve a inundar los árboles de hojas, las plantas de flores, las plazas de cursis empedernidos.

Estúpida primavera que se atreve a llenar de colores insulsos los inviernos apenas incipientes en algún ser.

Estúpida primavera que se atreve a pavonearse con sus aromas frutales o sus soles cálidos e insípidos.

Estúpida primavera que se atreve a todo, menos a dejarme con el invierno, mi invierno, el único frío e inútil que comprende, que sabe vestir a una mujer, que sabe peinar los rizos del pretérito, congelando la memoria, obligando a sumergirse bajo los acolchados que tan bien protegen del sol estas pieles sensibles, estos pulmones colmados.


Estúpida primavera

21/09/08 --> estúpida primavera

Consulta vana

Y me pregunto, hoy y una vez más, ante todos, ante esta pantalla aborrecible: qué he de plantear ante los impulsos tan salvajes, la conciencia tan perdida, la vista tan borroneada, el espíritu pisoteado. Y me pregunto, hoy y una vez más, ante todos, ante esta pantalla aborrecible: a qué recurrir cuando ya no hay emociones, cuando solo queda en algún rincón escondido, un vestigio olvidado de todo lo que pudimos haber sido. Ante la humanidad me cuestiono los orígenes de esta pereza arraigada a los huesos, de esta apatía galopante entre noches y mañanas absurdas, de esta insignificante agonía perpetua, de este rechazo inherente a la raza (humana), de esta pérdida progresiva, aniquilante de algún instinto de conservación.


Pisoteado, sí.


Aunque debería ser un signo abierto

¿
Así, sin cerrar


No espero respuesta

Pues sé que no la hay

21/09/08

viernes, 12 de septiembre de 2008

Espasmo


Una tiranía somnolienta que invade la congoja. Una percepción de un nadie, hacia una nada, hacia un invento de la memoria. Para qué engañarse a conciencia si es inútil. Para qué instigar al instinto que intente no comprender las causas. Para qué obligar a estos órganos a sentirse útiles, a sentirse plenos, si aún son tan inocentes como para llevar a cabo esa tarea. Para qué pensar en la compañía, si es la soledad la única que implica una compasión que integra, que aborrezco. La salida, la primordial novia de estas páginas, de estos lápices rotos.

Qué probamos. Qué queríamos demostrarnos. Acaso nuestros cuerpos fusionaran todo eso que tus acordes y mis escritos no compartían. Qué insolencia imaginar un futuro, cuando el pasado gobierna los ayeres y el mañana está exento de calendarios. Porque no coinciden nuestros calendarios, nunca lo hicieron. Ilusa. Permanecer a la sombra de la cordura, del sentido común. Los labios no están preparados para gustar de otros labios, para enseñar a conocer las geografías de alguna comisura escondida entre los dientes del espanto. Si tus manos están hechas para modelarlas sobre otros instrumentos, no te atrevas a tocar por dentro estos instintos tan mal entrenados para responder inseguros a tu llamado siniestro de cariño.

Aselvado, sos de otra especie, tus lianas me engañaron. Tu ciudad y tu campo en el pelo y en la sangre. En el sueño inhumano, en este otro más humano. Porque te entiendo, comparto, nos aborrezco, agonizando por ninguno. Y me asalta la exigencia de escuchar tu insensibilidad para creerte enterado de mis vacíos.

08/09/08

martes, 2 de septiembre de 2008

Tapujos


Todos enmascarados de blanco, vestidos con túnicas blancas y guantes blancos. Sentados en semicírculo.

Magistrado:Damos inicio a la sesión del día de la fecha. Asistente, le cedo el honor de hacer la lectura que concierne a la presente reunión.

Asistente:Con mucho gusto toma el cuaderno que se encuentra en el centro del semicírculo. Henos aquí para tomar conciencia y una decisión respecto a ciertos acontecimientos que han transcurrido, a los que les otorgamos la categoría de “inmorales actos de perversión pública”. Se convoca al acusado en cuestión a concurrir y explicar las causas de tales hechos que nos abochornan como sociedad.

Se acerca el acusado, vestido de igual forma que el resto. Se dirige directamente al centro del semicírculo, se queda allí parado, dando la espalda al mismo. El asistente, aún en posesión del cuaderno, comienza a anotar acelerado cada detalle de lo que sucede.

Acusado:Estoy dispuesto a soportar el peso de la ley que recaiga sobre mí.

Magistrado:Precisamos que nos dé los argumentos suficientes para llevar a cabo tal castigo. Asistente, por favor, lea la transcripción del delito que este personaje ha cometido de manera tan desvergonzada.

El asistente se apresura a obedecer la orden.

Asistente:El señor aquí presente ha tenido la osadía de caminar por las calles principales del pueblo con el rostro totalmente descubierto. Exhibiendo, sin ningún tipo de reparo moral, los atributos más desagradables del ser.

Las mujeres del semicírculo, hasta el momento totalmente silenciosas, sueltan un gritito sordo y cubren sus blancas máscaras con la blancura de sus manos enguantadas.

El acusado que aún permanece en el centro, se arrodilla, siempre mirando hacia delante, y se inclina en posición de súplica. Los demás permanecen impasibles.

Magistrado:Exprese ahora las motivaciones que lo condujeron a cometer tal atrocidadcon repulsión.

El acusado se reincorpora y permanece de pie.

Acusado:Oh… Es que… es ese frescor que se cuela a través de estas vestiduras. Si ustedes supieran…

Magistrado:Responda

Acusado:Se siente tan bonito…

Magistrado:Las razonescada vez más impaciente.

Acusado:Esos libros…

Magistrado:¡¿Cuáles?!ya muy exasperado.

Acusado:Esosseñalando en dirección a la biblioteca colocada a la izquierda. Son tan… Y los deseos de andar por ahí, sin estas cárceles en la cabeza. Ah, deberían probarlo.

Las mujeres repiten el gesto de desaprobación y una deja escapar un triste: “Está loco”.

Magistrado:No sea inconciente. Esos libros son los más leídos y respetados. Ningún otro que haya pasado por encima sus honrosos ojos, ha tenido por bien andar paseándose desnudando el alma de tal calaña.

Acusado:Y las máquinas, señor, las máquinas…

Magistrado:¿De qué habla, demente?

Acusado:De la mente. De todos estos jóvenesseñalando hacia adelanteque cubren sus penas, vergüenzas, crueldades y desquicios con sombrías y perfectas piezas diseñadas todas por igual, fabricadas en la industria de la “normalidad”con una mueca de desprecio. Así es. ¡Hay que esconder la porquería, meter la basura debajo de la alfombra!

¡Está teniendo un ataque!suelta una de las mujeres, con un hilo de voz temerosa.

El asistente se apresura a escribir todo en el cuaderno, sin perder detalle. Los demás, quietos. El acusado parece tranquilizarse.

Acusado:Permítanme explicar: estas vestiduras que he llevado toda mi vida y tan bien se han adaptado a mi piel, me sofocan, me impiden respirar. Ustedes notarán que sus pieles se han fusionado con el material cruel de estos trajes y carceleros. No habría manera de evitar el dolor si repentinamente alguien les arrancara su cubierta. Lograría observarse la carne roída por un ácido terrible, el de sus decoros. Aunque así, me concedo la certeza de atinar cuando propongo que algunos pocos conservan la piel intacta y dispuesta.

Súbitamente, se acerca a dos de las mujeres encubiertas y les arranca de un manotazo las máscaras. Éstas desconcertadas, miran alrededor. Una de ellas, colorada, así como la predicción del acusado, con la piel prácticamente roída, se cubre el rostro, no pudiendo soportar la luz, los colores, el pudor. La otra, maravillada, sonríe, gira la cabeza de un lado a otro, comienza a exaltarse.

El acusado también se desenmascara, se quita los guantes. Toma de la mano a la desenmascarada, sonríen ambos, caminan hacia la multitud y se pierden entre ella.

El resto de los del semicírculo queda silencioso, igual que antes, frente a aquel espectáculo.

El asistente deja caer la mano con la lapicera sobre el suelo.

Magistrado:Camisa blanca, servicio al cuarto, vista al vacío y una ración diaria de pastillas.

Los demás aplauden entusiastamente.

02/09/08

lunes, 25 de agosto de 2008

Engendrados

Y no hablo con palabras de desamor, de desconsuelo. Hablo callando con todo el ser. Callo las sílabas que nadie anhela oír. Construyo discursos con el cuerpo (alguno, acaso importe cuál). Desespero al leer, en otros cuerpos, artimañas; y aún así, primogénita del propio vientre, que paro de forma constante. Ardua tarea la de parirse, más aún sin haberse concebido. En extremo, sin siquiera prurito ni solicitud. Qué decir de la espera. Entre tanto parir y abortar (me) en ideas, paro unos otros… para perdernos y encontrar ahí, surgiendo de entre unas piernas, cada día, una nueva. Novísimos, entre novelas, vanguardamos estos movimientos. Será escarbando, pujando por otra estirpe, sin concebir y, más aún, sin exhalar.

25/08/08

viernes, 22 de agosto de 2008

Tierra



Quiero entender qué condimento nos hace secos, fríos, aislados de un todo uniforme, cuya existencia hoy sigo cuestionando.

Hoy me inundaste de tranquilidad. Y es que cuesta recordar cómo se sentía.

Retornar. El tiempo nos volvió ciudad. Nos acordamos. Fuimos tan tristes. Somos otros. Te sienta bien el contraste.

Ya habrá tiempo. Reconocernos después de incontables mutaciones. Las edades nos sublevan.

Sos tan libre. Me sofoca saberte así, porque recuerdo que no lo soy.

Añoraba revolcarme en tus tierras, que me arroparas con tu pueblo, que me llenaras de estrellas y de campos.

Cuánto ha que no apreciaba un yuyo, una oruga, un pinar. Y reconciliarme con el viento. Que esta lluvia, aún ausente, nos resucite. Porque quedamos muy secas… Nuestras tierras. Madres.

17/01/08

jueves, 21 de agosto de 2008

Acordes, repeticiones y silencios


No estoy segura de ser yo la que piensa y medita este escrito. No siento cómo la tinta de la lapicera va bajando a medida que letras y letras aparecen sobre el cuaderno. No toco siquiera las sábanas en las cuales estoy reposando. No oigo las notas, acordes ni instrumentos que en un pasado cercano me conmovían tanto. No miro con mis desatentos ojos ningún paisaje prodigioso.

Ahora, lo único que aseguro-siento-toco-oigo-miro es lo que me dolió-horadó-desgarró-hirió-rompió, y que había jurado no volver a sentir. Sucede otra vez. ¿Seré culpable de esta repetición?

Si así fuera, que el mundo se aparte y que sólo quedemos nosotros. O mejor dicho, vos y yo… sonando dentro de un mismo compás, acompañados de cuatro silencios.

10/01/06

lunes, 18 de agosto de 2008

Te fui

Sacás de mí palabras veladas
Rompés con los límites de mi absurdo

Intentás encontrar respuesta a mis evidencias

Pretendés extraviarte de mis certezas.


Y en la búsqueda de mi olvido

Y en la espera de mi partida

Te olvidás de despedirme
Fingiendo poder prescindirlo.


Te fuimos algo más que algunos dos

Y estuvimos conociendo otro interior

Mas cuando no había más que uno y otro

Te fui y fuimos sólo vos y sólo yo.

12/09/06

Pentagrama

Te arrastrabas curiosamente por los techos, desnudando estrellas con la mirada. Instando a la luna que saliera de aquel pinar.

Llevabas puesta tu música, la llevabas en los labios, la poseías toda. Me ofreciste música, me invitaste a ser parte de ella, me enredé entre tus pentagramas. Hacías música, dibujabas con los dedos sensaciones, erigías sobre el viento notas inmóviles, destilabas melodía por los poros.

Dabas ánimo a las teclas con un simple respirar, dejabas en cada una un fragmento de vos, una gota de cuerpo, una pieza de memoria, una minuciosidad de vuelos por otros paisajes a los que viajabas. Tocando y tocando, sin volar, sin flotar, sólo sonando, con un piano y dos manos libres.

11/04/08

Prescindible


De lo que pueda decir llega a tus oídos Nada

De lo que pueda escribir llega a tus ojos Nada

De lo que pueda pensar llega a tu entendimiento Nadanada

No importa

Nada

Así

[Otra vez]

Blablabla

Chau

lunes, 11 de agosto de 2008

Teo

A larga distancia, intercesores vanos

Abrazos sin convertir en cuerpo

Palabras que se esfuman a través de meridianos

Y cuántos milímetros descosen nuestros días

Cuántos océanos esconden unas lágrimas puras

Qué clase de libros empañan tus ojos ya empañados

Por tantas leguas, tantas cruces, tantos discursos

Y homilías, y rosarios, y catedrales

Cátedras del tiempo y del espacio,

Triángulos imperceptibles, preguntas teo qué

Emperadores de ningún imperio

Y una figura que se disipa, pero está siempre

Está ahí, yo lo sé, vos lo sabés,

Nos une, nos amarra, nos divide, nos mezcla

Sigue habiendo tierras y aguas,

No están y están

Nos separan

Imágenes nos muestran cuán lejos

Pero cuán cerca

Ni tiempo, ni paseos

Y una mesa que te espera,

Una mesa compartida

Para otra vez compartirla

Y el vino se añeja,

Para mejor degustación

Y el pan toma el sabor de los días,

De tantos domingos

Sin ser comido, permanece intacto

Esperando

Esperándote

11/08/08