martes, 30 de octubre de 2012

Reflejo rodante


Leer el mundo sin temor a la dislexia.
Puedo hacer un sinfín de interpretaciones de los acontecimientos más cotidianos. Desgajarle lo poético a lo prosaico. Una hermenéutica de banalidades significativas. Los objetos pueden hablarnos constantemente, espejarnos, interpelarnos.
Mi espejo más concreto tiene dos ruedas y es mi medio motor. La bicicleta. En un corto período se le ha dado por interpelarme sin cesar. Los cambios, los frenos, la rueda. Dime qué le sucede a tu bici y te leeré.
Resulta hasta risible que cuando el inconformismo late, el inconsciente comience a lanzarse en objetos ostensibles para tornarse evidente.

martes, 18 de septiembre de 2012

Preguntas


Una serie interminable de preguntas me acucia. Se instalan en mi cráneo como si fueran a quedarse allí por siempre, e inmediatamente son desplazadas por una nueva sucesión de preguntas nimias, e incluso irreverentes, que ocultan detrás de sí una ignorancia grata, casi festiva.
Preguntas existenciales respecto de cualquier asunto, temática o elemento. Me vuelvo socrática con sólo sorber las gotas de humedad del aire que rodea este lecho. Será que esta atmósfera vela una única respuesta que acecha riéndose a carcajadas de mí, de vos, de todas. Será que en el instante en que nos dignemos a asirla, esa epifanía efímera se burlará por última vez, en la estocada final de una muerte precoz, irrisoria e indefectible.

La noche se me antoja eterna


La noche se me antoja eterna. Se cierne sobre mí sin doblegarme, ofrece un sinfín de deleites a mi espíritu sediento. Tiene el poder de traer desde tierras distantes una compañía añeja, inesperada, fructífera. Los libros me leen en una sucesión cuantiosa, conformándome en múltiples personalidades sin índice y en punto de fuga.
La noche se me antoja eterna. Se yergue alborotada y profunda, se hace y deshace en notas de tinta y vibraciones melodiosas. Tiene el poder de traer desde las entrañas del tiempo la perdición de todo reloj; caen las agujas, los minuteros, los segunderos se vierten sobre las sábanas cansadas; se desbaratan los calendarios lunares, solares. La luna tiesa, en cualquiera de sus facetas, revela los secretos más insignificantes y los más relevantes de la existencia. O acaso fuera un mero reflejo en las aguas de una memoria inerte, fútil.
La noche se me antoja eterna. La eternidad se vuelve noche, y como tal es tan bella, oscura, profunda; existe cabalmente sólo para cada una de nosotras.

domingo, 25 de marzo de 2012

Xenófila


Xenófila
en el filo
de tus xenos

Fronteriza
del exilio

Extranjera de todos los países
Apátrida intrínseca

Errante del error
del yerro sin herradura
errando

extranjera en todas las fronteras
las fronteras que sofocan
aíslan los límites
difuminan las esferas de fe

tatúo en mi cuerpo las palabras verdes
para no perderlas en la caminata
tatúo en mi cuerpo (¿cuál?)
otras letras de un escrito sin título
por todos los títulos y nombres que ya tiene

Bárbara=extranjera
El extranjero=Mersault
sociópata
escéptico
extraño
De extrañamiento
Ostranenie constante:
Extrañar la mirada sobre el objeto inerte

Bárbara= bar bar bar
palabras desasidas, descosidas, descompuestas
insensatas

De extranjerismos entendemos
una torre babilónica se desploma
ya sin lenguas,
para qué tanta lengua si de bocas mudas se trata

De todos los idiomas soy políglota del espacio
ignoto entre las humanidades vacías y hastiadas
de todas las lenguas sin boca
de los silencios profundos

De una Babilonia sin génesis
sin genética de genes
de unos genes agentes
sin dígitos, sin dedos
sin las huellas ni los nidos
de tanto país sin frontera
de tanta frontera sin país
de tanto espacio errante del error
06/03/12

viernes, 17 de febrero de 2012

Vicio circuloso

Del no estar estando
el eco hueco recorre
un vacío silencioso
de presas, prisas y prosas.
Tamaña empresa
para tan pequeño ser
que se empeña en
pertenecer o no.
Entre nubes y nieblas
la certeza se dispersa
y se pierde sin reserva.
De entendimientos, en huelga.
De los viajes sin valija,
de los dedos sin mochila
tendrá que enseñarnos el tiempo
u olvidarnos y ser a destiempo.
A la deriva y otros cuentos
escribimos el libro perverso
antes de vivir lo contado
o contar lo vivido.
Nuestra presencia ausente
sabrá liberarnos del deber,
cuando las normas, los marcos y mandatos
se disuelvan, dejándonos en autos.