martes, 19 de abril de 2011

Y/O

Leo y/o escribo
Estudio y/o trabajo
Teorizo y/o vivo

La barra, la grieta,
la escisión, la fragmentación,
la diferencia, el abismo

Y/o soy
¿Quién y/o soy?

Se repite el esquema
una vez más
luego de infinidades
de post-modernos escritos

Nada novedoso pretendo
y/o presento.

Y/o la nada
Y/o el todo
Y/o lo efímero
Y/o la trascendencia
Y/o ¿qué?

martes, 12 de abril de 2011

Analogía

Las tiras de tu inocencia alcanzan el montaje, sacan a relucir toda tu simpleza velada por la compleja psique que no deja perseguir los rastros de la mochila cargada por ese pasado turbulento, compartido, mas distante. Los clavos no se quitan con otras clavas pero una nariz henchida y unos pantalones holgados, las tiras colgantes de tu cabeza, irónicos vestigios de los dos, te sientan bien. Quién imaginara que dos mismas matrices podrían conciliar aquello que convencionalmente parece irreconciliable. Pues aquí, las espirales nos dejaron esos mates amargos y lavados con la deliciosa certeza de encontrar una compañía no sólo grata sino empática, compadeciente, singularmente análoga.

martes, 15 de marzo de 2011

Epicentro

En pleno paroxismo de ególatra
se desarrolla su autoestima.
En la yuxtaposición de impiedades,
depravaciones y vicios
se extienden sus cavilaciones insípidas.

Impertérrito ante la infamia y la corrupción,
se engendra el más profundo de los goces,
de la impecable tradición vengativa.

Ser humano en el apogeo de la humanidad
implica el desvío de la atención hacia el raciocinio
y el derrumbe de la civilización va inquietando
a todos esos pueblos que se creen víctima
de una naturaleza cruel, rencorosa.

Ella, pues también impertérrita, avanza,
desgarra a diestra y siniestra
acrecentando la controversia de la primigenia
contraposición entre ambos bandos,
claramente inexistente.

Y seguimos disertando acerca de nimiedades,
lo superfluo arremete y es más devastador
en conquista de lo alienado,
que la violencia oriunda del mismísimo epicentro
de nuestra subsistencia ingrata.

15/03/11

sábado, 26 de febrero de 2011

Sosiego errante

O tu simpatía velará lo turbio

Tal vez es esa ansiedad la que encubre
todas las vísperas disipadas
en nombre de una peluca de alondras
enterrada bajo el manto de la supuesta veracidad

Pues todos esos rostros estaban descubiertos
y el filo de los límites difusos
no aparta toda esta realidad que supera
que atropella

Las manos que atropellan no tienen dactilares
pero saben dejar huellas
no tienen tacto
pero saben dejar surco

Quizás era manca la figura que no se recuerda
y aún así aquí están las marcas del delito
acaso fuese suya la sombra de paranoia
que aturdía en la reserva

Arruinó tantas notas y melodías ya inaudibles
pervirtió el sonido de las letras más preciadas
arrancó de un solo tirón el pretexto de la huida
dejando una valija llena de inservibles trapitos

y entonces, en cada pista y cada baile
esa mano que atraviesa, insiste, rapta
no puede ser más que la intolerable mención silenciosa
entre todo ese barullo, del tabú de lo nocivo

se podrá montar una isla, un oasis invertido
entre las sierras que encierran
mas todo indica que los acontecimientos
ya no distinguen la realidad de lo ficticio

lo plano del relieve
lo rugoso de lo terso
ingenuidad, mera
ya se ha quedado sin tregua

martes, 25 de enero de 2011

Inconfesabilidad

Una mano se extendió para tranquilizarlo en su furor. Ése fue el instante siniestro. Así comenzó. Olvidó la furia, la tristeza, el avasallamiento del miedo, las ansias. Creyó allí se encontraba el alivio. Confundió la compasión con otro más. Se aferró de su brazo, ante la primera posibilidad de compañía grata, de un gesto de cariño. El auxilio tajante. Una incondicionalidad nula.
Equiparó y juzgó. Pasado, presente, futuro. No llegaba a la categoría de intento.
El plan consistía en el engatusamiento. La inconciencia juega en contra, ahora es sabido. Cómo otro puede confiar. Cómo otro puede valorar. Cómo.
Se encendió. Ya no hubo opción. No puede echarse atrás esa apuesta. Este mazo carecía de comodín. Las cartas las había jugado de antemano, las sabía de memoria.
Todo tierra; la otra, agua. Arremeter contra las aguas con las guampas en alto; todas esas aguas, al parecer calmas. Ni charco, ni arroyo, ni río, ni mar, ni océano pueden. Activó unas cataratas violentas, pedregosas, implacables. Creía conocer el terreno, creía poder valerse de la experiencia, de la calle. Perpetuaba conductas, replicaba inadecuadamente.


Blanco.

Aprendió la inconfesabilidad. La intransferibilidad.
Había creído poder con ello. No imaginaba las implicancias que tendría.
Cuál es el orgullo que se esconde detrás de los actos más magnánimos. El egoísmo implícito, la perversión máxima.

Mudó, transmutó, trocó.
Volver en sí. Tomar el toro por las astas.
Recobró la identidad.
Viaje, retorno, memoria selectiva. Blanco.

Remembranza, nunca inútil, mas funesta. Escarmiento, sino. No creer en las moralejas tiene sus consecuencias. La ingenuidad se vuelve cuerpo, el cuerpo torna instrumento, el instrumento se compone de disonancias. Las disonancias lo ocupan todo.

El suplicio ha de saber así, quien lo prueba en el monte, quien lo lleva en las líneas del iris. Y el aprendizaje, el bagaje a cuestas, ya no en la espalda, sino en el semblante mismo. El retrovisor inclinado, las veces empañado, pero siempre en su sitio. Resta lo que espera por ser vivido. Ha de ser limpiado, a baldazos, para la restauración de la novedad insólita.