se desarrolla su autoestima.
En la yuxtaposición de impiedades,
depravaciones y vicios
se extienden sus cavilaciones insípidas.
Impertérrito ante la infamia y la corrupción,
se engendra el más profundo de los goces,
de la impecable tradición vengativa.
Ser humano en el apogeo de la humanidad
implica el desvío de la atención hacia el raciocinio
y el derrumbe de la civilización va inquietando
a todos esos pueblos que se creen víctima
de una naturaleza cruel, rencorosa.
Ella, pues también impertérrita, avanza,
desgarra a diestra y siniestra
acrecentando la controversia de la primigenia
contraposición entre ambos bandos,
claramente inexistente.
Y seguimos disertando acerca de nimiedades,
lo superfluo arremete y es más devastador
en conquista de lo alienado,
que la violencia oriunda del mismísimo epicentro
de nuestra subsistencia ingrata.
15/03/11
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