domingo, 3 de marzo de 2013

Fauce

Se abren las fauces. 
Una lengua de fuego va secando el deseo. 

La llama doble proviene de allí. 

El prisma engaña, 
cristal de luz que no halla rayos certeros.

La fugacidad de una mirada
contempla el infinito
en un instante
eterno
etéreo

Pregunta fuego, garganta, deseo
qué tanto abismo se acerca.
Con cuánto viento cuenta
la quietud de los cuerpos.

Se escurren todas las simetrías.
Las posibilidades se abren,
multiplican, potencian.

Los rizomas envuelven y disparan
líneas de fuga, incontrolables.
Ya quién controlará esta multiplicidad infinita.

Rencores, furias, deudas a un lado,
a cualquier lado,
reciclarán, y en ese otro nuevo ciclo
volverán transformadas.
Novedad, prisa calma, sosiego.

El abismo se abre, espiralado,
el absurdo se cierne y absorbe
todas estas letras y líneas
arrojadas
a una red cruel y siniestra,
la del vacío, esa totalidad universal,
lo nulo absoluto, lo inmóvil, lo vertiginoso.

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