Me encontré cuerpo. Reconcilié un espíritu errante,
doliente con un cuerpo que se creía abandonado. Me encontré vientre, luna
creciente que redondea la vida. Me encontré sentido, sentida, sintiendo.
Encontré el hilo que une cada cabo, que le otorga sentido a cada vivencia, a
cada dolor, a cada pasión.
Me encontré río que recorre tus valles, erosiona tus
rocas, las va limando, sacándoles brillo. Me encontré agua, superficie y
profundidad, flexible, escurridiza, clara, transparente. Me encontré ave, nido,
rama y pico, barro y lluvia, nube y rocío, horizonte y cercanía.
Me encontraste, río. En él. En vos. Nos encontramos. Nos
reconocimos. Ya habíamos sido todo. La eternidad se rió en ese instante, en esa
mirada que a través de varios metros unió dos almas luz en sí, reencontrándolas
consigo mismas. Espejándoles todo, dándoles la libertad suficiente para
abandonarse al vacío, entregarse y ser, serlo todo. Ser el universo en un abrir
y cerrar de ojos, fundirse, desintegrarse sin dejar de ser íntegros. Sernos absolutamente
todo, siempre, sin tiempo, sin espacio, sin nombres ni etiquetas, sin mente ni
hastío.
Brillo.
10/02/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario