viernes, 12 de septiembre de 2008

Espasmo


Una tiranía somnolienta que invade la congoja. Una percepción de un nadie, hacia una nada, hacia un invento de la memoria. Para qué engañarse a conciencia si es inútil. Para qué instigar al instinto que intente no comprender las causas. Para qué obligar a estos órganos a sentirse útiles, a sentirse plenos, si aún son tan inocentes como para llevar a cabo esa tarea. Para qué pensar en la compañía, si es la soledad la única que implica una compasión que integra, que aborrezco. La salida, la primordial novia de estas páginas, de estos lápices rotos.

Qué probamos. Qué queríamos demostrarnos. Acaso nuestros cuerpos fusionaran todo eso que tus acordes y mis escritos no compartían. Qué insolencia imaginar un futuro, cuando el pasado gobierna los ayeres y el mañana está exento de calendarios. Porque no coinciden nuestros calendarios, nunca lo hicieron. Ilusa. Permanecer a la sombra de la cordura, del sentido común. Los labios no están preparados para gustar de otros labios, para enseñar a conocer las geografías de alguna comisura escondida entre los dientes del espanto. Si tus manos están hechas para modelarlas sobre otros instrumentos, no te atrevas a tocar por dentro estos instintos tan mal entrenados para responder inseguros a tu llamado siniestro de cariño.

Aselvado, sos de otra especie, tus lianas me engañaron. Tu ciudad y tu campo en el pelo y en la sangre. En el sueño inhumano, en este otro más humano. Porque te entiendo, comparto, nos aborrezco, agonizando por ninguno. Y me asalta la exigencia de escuchar tu insensibilidad para creerte enterado de mis vacíos.

08/09/08

1 comentario:

Unknown dijo...

¿por qué hoy esto
y nunca
aquello?

¿seré tan ingenuo que me hice pedazos la imagen y ahora me da vergüenza verla toda parchada en el espejo?

¿o más bien cambiaron mis ventanas por pantallas y soy el títere del celestino de la soledad?