lunes, 21 de julio de 2008

Sustantivos propios


Me fascina inventar nombres cuando conozco a alguien, jugar a ser otra. A veces quisiera ser hombre, idear historias extravagantes, imponer respeto con la mirada.

Hoy me llamaría Antonia, no sé la causa, sólo así apetece. Ayer era Anacleta , quizá mañana sea Romualda. No sigue ningún hilo lógico, menos una cronología, es únicamente a antojo.

Piso el mismo suelo que miles de nombres, utilizo el asiento de colectivo que cuántos cuerpos habrán tocado. Cuántos Eugenios, Heráclitos, Leopoldos, Pancracias, Rigobertas, Cletos habré cruzado en alguna calle… Pertenecer a una raza, a todas esas razas únicas con las que topo constantemente.

Que la piel mute, se extinga arrugada, agriete, perpetúe en los años, la indefinible e inconmensurable cantidad de años que agrupa la población con la que convivo paso a paso. Podría convertirme en lo más anciano y múltiple que jamás haya pisado esta tierra.

Marzo de 2008

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