viernes, 25 de abril de 2008

Cuento dentro de cuento


Olor a domingo, silvestre y casero. Paul McCartney suena entre libros, apuntes, lapiceras. En la ventana un cielo. Uno de los tantos. Uno acostumbradamente contaminado, aunque hoy uniforme. Celeste infinito, ininterrumpible, por lo menos en ese sector de ilimitado color que absorbe mi ventana.

Olor a domingo contagiado con discusiones y risas, tareas, la carne al horno de Papá.

Pero mi historia nada tiene que ver con las peleas, los deberes o la comida dominguera a principios de otoño. Mi historia se basa en el cuentito que estoy leyendo mientras espero el grito de costumbre anunciando el almuerzo en familia. Poco a poco me voy aproximando al final de la famosísima narración, ya conocida mediante las frases típicas de Mamá como la inconfundible: “Lo esencial es invisible a los ojos”.

Intento imaginar cuál será el futuro del hombrecito de Saint Exupèry, con el libro entre las manos y tarareando la melodía de “Hope of Deliverance” en mi mente.

Creo que el Principito escucha el cantar de Paul en búsqueda de libertad, en una mezcla con mis pensamientos.

Me pide un lápiz para que dibuje una puerta en la página ochenta y tres del libro, donde ya hay un garabato. ¿Lograría escapar para que su destino no sea tan cruel como el de la flor?

El breve relato cambia totalmente, el tamaño encuadernación del ejemplar se reduce como por arte de magia.

03/04/05

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