viernes, 25 de abril de 2008

Pupila



Tenebrosa, macabra, tierna, iluminada por la silenciosa oscuridad, se escondía la muñeca de trapo detrás de la mirada del caballito con el que jugaba.

Comenzó a sentir una fría estocada justo en la pupila de algodón, donde el pony le clavaba los ojos de fuego penetrándole las entrañas. La punzada se fue expandiendo lentamente, hasta que un fuerte sonido traspasó el cerebro de tela, como una línea de insoportable temblor que culminó con el estallido de todas sus costuras, desnudando sus tripas de lana de aserrín.

03/09/04

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